— BILBAO 2025 —

Hola. Soy David, soy fotógrafo y soy bastante feliz.

La historia nos presenta generalmente a los artistas como seres atormentados ¿Se puede crear y ser feliz?.

 


Hace mucho que no hago un post en este blog más reflexivo y creo que ya siendo hora. Cuanto más investigo, más leo y más escucho sobre las vidas de los artistas (pasados y presentes), más me doy cuenta de la rara avis que soy… O que creo ser. Las vidas de los artistas son atormentadas, locas, extremas. En la mayoría de las presentaciones fotográficas a las que asisto, el (o la) artista se desnuda delante de todo el auditorio contando que la obra surgió de la necesidad de liberar un trauma, de salir de una época oscura o de expiar sus propios demónios.

No recuerdo ahora mismo una presentación que empiece por un «esta es la obra de mi alegría por vivir» o «esta es la foto del mejor día de mi vida». No… Todo es oscuro, dramático, trascendente… Y claro… Cuando alguien te cuenta algo así no te queda otra que ver la obra con buenos ojos, porque como todos hemos tenido traumas o momentos malos, pues sentimos esa empatía, esas ganas de que nos guste. Me pregunto si no hay artistas felices porque no se puede crear ARTE desde la feliciad o si, por el contrario, porque presentar una obra desde la felicidad es una maña idea de marketing porque despertaría en el espectador rechazo o envídia.

¿Quién no sería feliz estando en un fiordo noruego?

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¿SER FELIZ MENGUA EL VALOR DE LA OBRA?

Lo siento galeristas del mundo: Mis padres me quieren una barbaridad, tengo una fantástica esposa, dos gatas increíbles y una vida que, sin ser lujosa ni muchísimo menos, es cómoda. Soy, claramente, el antiartista. Claro que tengo mis problemas y mi lado oscuro, pero no creo que mi fuente de inspiración venga de ahí. No me levanto a las 4 de la mañana para irme a hacer un amanecer a la montaña porque mis demonios no me dejen dormir. Lo hago por la ilusión de ver el sol en soledad ahí arriba. Lo hago con la esperanza de conseguir una foto que me satisfaga. Lo hago con el proposito de demostrarme que aun puedo llegar. ¿Es eso malo? ¿Mengua eso el valor de mi obra?

Quizá por eso no tenga una obra trascendental a estudiar por los sesudos garantes de EL ARTE.

«otra fotografía sin alma» como me dijeron una vez en Twitter

RELATO VS OBRA

Porque esta es otra… Llega un punto en que, como decía al principio, yo ya no sé qué parte es «orgánica» y qué parte es «relato». Porque es que me parece improbable que todo el mundo llegue justo a ese punto de relato que se ajusta perfecto al marketing de manera orgánica. Llamadme raro, pero os juro que hay presentaciones que son auténticas fotocopias al punto de que alguna vez he tenido que repasar mis apuntes de años anteriores para cerciorarme que no estaba viendo, de nuevo, al mismo artista. 

¿Casualidad? Pues sé de buena tinta que hay mucha gente jodida ahí fuera, pero me sorprende que en nuestro gremio el porcentaje sea tan acusado y que lo lleve siendo desde el principio de los tiempos. Empiezo a preguntarme si la historia también premia ese tipo de «background» en los artistas y que, por ende, solo nos llegan ese tipo de artistas. O que nos llegan en un porcentaje (mucho) más alto.

Lo siento, yo es que disfruto haciendo las fotos

¿MERECE LA PENA?

El mundo de la fotografía es un mundo muy duro. MUY duro. Conseguir vivir de la fotografía implica devanarte la cabeza todos los días para intentar crear un producto que sea rentable o un nuevo cliente que te permita salvar el próximo trimestre. A veces tengo la tentación de invertir más tiempo en la generación de un relato que me ayude con el marketing y que, claro, se venda de una manera mucho más sencilla. Porque, obviamente, es infinitamente más sencillo inventarse una historia conveniente que crear una obra desde el concepto de una historia que igual no es tan vendible.


¿Soy yo el único que tIene esta sensación o alguno más lo ha experimentado?
¿Me lo cuentas en comentarios, por favor?
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