— Bilbao 2022 —
El concepto. El minimalismo. Esto es, sin duda, mi primer proyecto artístico.
¿Qué es el arte? ¿Y un proyecto artístico? ¿Soy un artista? ¿Es la fotografía un arte? Os presento mi primer concepto proyecto artístico con el que intentaré abordar la fotografía desde un punto de vista nuevo y, espero, atractivo.
Vivimos tiempos convulsos que, echando la vista atrás, parecen hasta irreales. Ya no preocupa Venezuela, ni la independencia de Cataluña. Hemos subido de nivel y ahora nos preocupan cosas más bestias. Pandemias, volcanes, guerras… A veces da la impresión de que al de ahí arriba se le ha olvidado pagar la actualización del viedeojuego y empiezan a salir bugs muy locos. Hace unos meses me dijo una chica en La Palma: «Salimos de una pandemia y nos toca un volcán. El año que viene tocan extraterretres.» Pienso muchas veces en aquella chica y me pregunto si seguirá pensando que lo de los extraterrestres era mala idea. Visto lo visto, lo mismo no era para tanto.
La subyugación de un mundo baldío
Y aquí empieza mi reflexión profunda para conectar con mi yo artístico. Parece que estas eeextrañas nieves de Abril han venido para recordarnos lo dura y fría que es una guerra que se libra a tiro de piedra de nuestras casas. Esa nieve, esa guerra, que creíamos desterrada al invierno literal y metafórico del olvido vuelve, de forma inesperada, dejando desolados paisajes inundados de la más absoluta nada. Vagamos por caminos que ya no existen, por coyunturas sociales que han quedado arrasadas por el frio de los corazones humanos. Nada sobre nada. Blanco sobre blanco. Levantamos la mirada hacia donde antes estaba el sol, nuestra guía, solo para que la tozuda realidad nos recuerde lo oscuro de las nubes que atestan el cielo.
Los copos de nieve, caen, ajenos, sobre los ricos y los pobres de igual manera, pero su sonido es diferente dependiendo de su destino final: Más sordo cuando se posan en las cabezas de los que no tienen nada. Más contundente al caer sobre el sólido cobijo de los ricos.
Una nada que es un todo.
Es curioso cómo de se puede percibir tanta oscuridad entre tanta blancura. Sentirte tan ahogado en un paraje inmenso. Anhelar la compañía de quien antes te sobraba y sentirte agobiado en el mismo instante de notar, de nuevo, su físico junto al tuyo. Extraño es tener que achinar los ojos cuando apenas hay luz. Los kilos de más de la comida rápida acumulada durante años pesa, en exceso, en lo que ahora son árduos desplazamientos en la gigantesca nada. Parece irónico el contrapunto que hace que toda esa grasa sea ahora, tu único resguardo contra el viento helador de la guerra y la hambruna.
El camino «herrado»
Ajustarse los zapatos para ir a nosesabedónde, nosesabecómo. Sin refentes, pero sin ataduras. Sin objetivos, pero sin esperanzas. El viaje debe continuar pero sin que nadie termine de explicar muy bien para qué ni, sobre todo, para dónde. Solo queda agachar la cabeza y seguir. Adelante. Hasta sorprenderte de encontrar, de bruces, tus propias huellas. Sientes que la sociedad, antaño tu brújula, te ha dejado a tu libre albedrío. Un libre albedrío que, en realidad, nunca quisiste y, sobre todo, para el que nunca te prepararon. ¡MU!, exclamas, aturdido. La vida sigue. La nieve no cesa.
¿Te ha gustado?
Porque, tengo que reconocer, que me he reído un rato largo escribiendo todas las pomposidades filosóficas que me han venido a la mente.
No. Esto no es un proyecto fotográfico.
Y no lo es no porque las fotos sean ni mejores ni peores. No lo es porque me he inventado una historia fastuosa a partir de unas imágenes que me divertí muchísimo haciéndolas. Un proyecto fotográfico, para mí, no se realiza en este orden. Un proyecto fotográfico nace de una idea, de un concepto al que le vas agregando imágenes. Me da exactamente igual que el proyecto fotográfico tenga un relato u otro, que el estilo sea este o aquel. Los proyectos fotográficos que a mí personalmente, me fascinan, son los creados a partir de una idea. «Mi proyecto fotográfico va a ser retratar a los diferentes habitantes de la city londinense durante el confinamiento.» Y venga a sacar fotachos en blanco y negro de gente saliendo de oficinas.
La reflexión viene al final.
Como no se puede empezar una casa por el tejado, no creo que se deba recurrir a la fotografía como elemento que nos venga a corroborrar las ideas que ya tenemos. «Cojo esta imagen que puede decir esto, la uno con esta que si le doy la vuelta consigo que diga lo contrario… y hala. Ya tengo el discurso como a mí me encaja».
Pues no.
El diálogo con nuestras fotografías, en cómo las hemos tomado, en el por qué las hemos tomado así, debe ser es el que nos tiene que hacer llegar a una conclusión. Veo demasiado arrogante creerse en la posesión del futuro certero antes incluso de que llegue. Dudo que muchos de los que hayan comenzado ese camino hayan terminando encontrando las exactas mismas respuestas que cuando empezó porque la fotografía (y la vida) pasan muy muy rápido y nos lleva por caminos insospechados. Para mí el mérito de verdad es salir ahí fuera a encontrar una foto que tienes en tu cabeza y reflexionar si lo que te has traido a casa es lo que quieres, es una alternativa a lo que querías, no es lo que querías o te abre una puerta a explorar otra cosa. No es cuestión de sacar fotos al tuntun y luego hacerte la cole de las bonitas, ponerle un lacito pomposo y venderlo como la octava maravilla de arte.
LA foto tiene que cumplir una intención. ¿Una foto desenfocada está mla hecha? Pues, probablemente, si el autor pretendía enfatizar el anonimato de una gran ciudad, sea un recurso más que válido. Lo que no puede ser es que no tengas ni pajolera idea de utilizar el enfoque contínuo Y LUEGO me vendas que es por enfatizar el anonimato. NO. El fotógrafo, el artista, debe ser el que domine a su obra. No al revés.
La interpretación de la imagen y el compendio
No me interpreten mal. No creo que todos los fotógrafos tengan que tener un proyecto fotográfico que cambie la visión artística del mundo. Seamos humildes. Un buen fotógrafo puede pasarse la vida sin encontrar un cuerpo narrativo que le apetezca explorar en profundidad o, quizá, no pueda llegar a permitirselo por falta de tiempo o de dinero. Probablemente, y como yo mismo estoy haciendo en el libro, podamos encontrar un algo que vehicule toda o la gran mayoría de nuestra andadura, pero, reconozcámoslo: No es fácil encontrar un proyecto de impacto cultural. Y NO PASA NADA.
Cuando yo saco una fotografía, me lo tomo como un lienzo en blanco. Busco contar una historia. Para mí, una fotografía tiene el suficiente poder como para convertirse en la voz de toda una historia. Para convertirse en arte. No se necesita todo un cuerpo fotográfico que argumente una linea artística. Tal y como concibo yo la fotografía, cada una de mis fotografías es más importante que yo y por eso le otorgo el privilegio de elegir qué luz o qué tonos le van mejor. No quiero forzar a una imagen a encajar con mi estilo concreto. Quiero que la imagen cuente la historia que yo quiero… Pero a su manera.
No me cuenten cuentos
Solo pido, por favor, que no me cuenten historias de ciencia ficción. No me hablen de aflicciones supraterrenales cuando hayan dejado el diafragma abierto a f22 y les haya quedado la foto movida. Háblenme de la aflicción y del dolor cuando una foto les quede movida porque tengan la muñeca destrozada. Háblenme de las horas que esperaron en una esquina, lloviendo a mares, para captar a esa silueta recortada contra el chaparrón que lleva meses planificando. Háblenme de esa extraña fotografía con una luz especial que apareció en su cámara un día que se sentían felices o proponganme bañarme en las sombras de las fotos realizadas con desesperación.
Pero por favor. No me cuenten cuentes… A posteriori.