— BILBAO 2023 —
La adrenalina de la fotografía que más me apasiona.
La fotografía de tormentas es una de mis grandes pasiones. La adrenalina de ir a buscarlas, la paciencia en esos tiempos de espera… Pero, sobre todo, la incertidumbre, Esa incertidumbre que no te asegura que todos los kilómetros recorridos vayan a servir para algo.
4 días 580 kms recorridos: Una foto
Y esta es la realidad de la caza de tormentas. Puedes poner todo tu empeño, que si la cosa está de que te vayas a casa sin nada, te vas a casa sin nada. El primer día salí en busca de un rayo sobre Bilbao. Todo pintaba perfecto, la tormenta avanzaba en la dirección correcta, planté mi trípode, puse el timelapse… Y la tormenta viró al mar y nunca más se supo. Al día siguiente nos fuimos hasta Haro pasando por Espinosa de los Monteros. “Oye David, esa no es la ruta más corta” Ya… Pero es a donde nos llevaron las tormentas. Desgraciadamente, después de tantas horas, y a pesar de que el radar pintaba muy bien, no encontramos premio ni en cuanto a alguna formación curiosa, ni en cuanto a rayos.
El tercer día estuve rebuscando entre las Encartaciones, pero las dos tormentas que llegaron, lo hicieron muy debilitadas y sin ninguna gracia. Ni llegué a sacar la cámara.
¡DOBLETE
Y así, con estos ánimos tan bajos llegamos al último día. Con una previsión estupenda pero demasiado temprana. Deciros que cazar rayos es muy “sencillo” por la noche, pero es un horror de día… Y, sin embargo, ahí estaba yo, en el mismo lugar del primer día, tirando foto tras foto en busca de que, en alguna, apareciera el premio gordo. Y no fue el gordo, pero sí una bonita pedrea.
Por fin algo! No tenía mucho tiempo para celebrarlo. Cabía la posibilidad de que se pudiera dar la foto que llevo muchísimo tiempo buscando: Un rayo sobre San Juan de Gaztelugatxe. Tras pasarme nada menos que 5 horas en un lugar super húmedo bajo lluvia intensa aunque intermitente, la foto se dio. Vi caer el rayo exactamente donde quería. Sin embargo, el ruido del obturador ya me dijo que no iba a tener premio esta vez. Revisé y, efectivamente, no había nada allí. Esperé una hora más, pero no hubo suerte.
Habrá que seguir intentándolo. Esta es la gracia de la foto de tormentas.