— BILBAO 2025—
Cuidar, querer, estar.
Las fechas navideñas son tendentes a los excesos: Excesos en las comidas, excesos en la decoración… Sin embargo, la vida, muchas veces, nos muestra que lo realmente relevante es mucho más simple. La fotografía nos ayuda a darnos cuenta de esos pequeños detalles que se nos escapan entre villancicos y turrones Nos ayuda a fijarnos en lo importante.
El truco de los fotógrafos, a pesar de lo que diga Iker Morán en Photolari, no es hacer las fotos en blanco y negro. El verdadero truco de los fotógrafos es pasarnos el día con los ojos jodidamente abiertos. Desde que me dedico a esto, lleve la cámara o no, voy por el mundo buscando detalles, formas y momentos que me gustaría capturar en una fotografía. Aunque no la tome, en mi cabeza se procesa cómo compondría la foto, cómo la editaría y qué resultado me gustaría conseguir. Es como una especie de entrenamiento constante y gratuito que, además de los beneficios fotográficos, me ayuda a disfrutar un poquito más de las pequeñas cosas que pasan a mi alrededor.
una extraña navidad
Y estas Navidades, creedme, necesito de cada sonrisa que pueda rascar de casi cualquier sitio. Por poneros un poco en contexto, me pasé la tarde Navidad trabajando con mi portátil en un McDonalds. Un sitio ya de por sí bastante desagradable (para mi gusto), en un (se supone) día para estar con la familia. Las circunstancias me llevan a estar allí y asumir estas cosas como mi «nueva normalidad». En realidad, como ya llevo un tiempo así, he desarrollado ya cierta indiferencia a estar así e intento aprovechar al máximo ese tiempo, procurando no darle muchas más vueltas. No drama.
Si digo que el McDonalds me parece un lugar deprimente, no es por el lugar en sí, sino porque las historias que pasan allí no me resultan muy atractivas, precisamente. Padres hasta el gorro de sus hijos, adolescentes gritando «bro» a todo lo que pasa… Es de los pocos sitios en los que suelo recurrir a mis auriculares con cancelación de ruido para evadirme de lo que pasa porque mantenerme con esa mirada de ojos despiertos, simplemente, no me aporta. Me centro en ser lo más productivo posible en mi cubículo y ya.
LA BURRA TIRA AL MONTE
Y, aun así, de forma inconsciente, siempre me siento en la mesa con «mejores vistas». Recuerdo que la primera vez que entré allí me pareció curiosa la iluminación que caía en una silla solitaria, me pareció curiosa la disposición de las lámparas… y, desde ese primer día siempre escojo la misma mesa. Mirando hacia esa escena vacía con una luz un poco más agradable. Y otro día más, allí estaba sentado, sin mirar, hasta que, de pura frustración porque no era capaz de arreglar una cosa, decidí salir de ese pequeño mundo que formamos mi portátil y yo por un instante… Y las vi a ellas. Una pareja estaba unas mesas más adelante, el día de Navidad, lejos de casa… Pero juntas. Cuidándose, queriéndose, mimándose. Y allí me quedé yo como un tontuco reconfortado de ver que, hasta en el sitio menos esperado, puedes encontrar pequeñas historias bonitas.
¡PERO NO TIENES TU CÁMARA!
Obviamente, no llevaba mi cámara, pero eso hace tiempo que ya no es un factor limitante. Los móviles son capaces de hacer el trabajo si sabes cómo. Ellas siendo el centro de todas esas luces, esas líneas horizontales de los asientos como raíles de un tren que nos lleva hacia ellas, la decoración navideña random del fondo, esa silla vacía del fondo para todos los que faltan… y su gesto cómplice. Todo cuadra. La foto resume bastante bien una bonita historia de mi Navidad.
FELIZ NAVIDAD by David de la Iglesia
PARA ELLAS
No regalo mis fotos, pero creo que era un día especial y me sentía un poco en deuda por haberme sacado una sonrisa en un día así. Afronté como pude la vergüenza de llamar su atención cuando ya se iban y les enseñé la foto. Extrañadas y con un poco de temor al principio (qué triste que las mujeres tengan que vivir con ese miedo a que un hombre les diga algo) agradecieron el gesto (y la foto) con una gran sonrisa. Me lo tomé como el mejor regalo posible de Navidad. Ojalá que la foto también fuera su mejor regalo.
la fotografía al rescate
No me canso nunca de alabar este papel que puede tener la fotografía en la vida de la gente. El poder de prestar atención a lo bonito, al detalle. Ese superpoder de hacernos conectar con perfectos desconocidos y crear momentos especiales prácticamente de la nada. Un instante se convierte en eterno, un detalle en algo para recordar y un día triste en algo más llevadero.
La fotografía nos ayuda a fijarnos en lo importante. En nosotros. En ellas.
David, me parece una historia muy bonita y que poca gente intuiría viendo esa imagen con ese comedor vacío y con todos esos detalles que has relatado, un abrazo y felices fiestas para ti también.
Muchísimas gracias, Jordi! Me alegro de que te guste! Felices fiestas.